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BOLSONARO, EL POPULISMO Y LA CORRUPCIÓN.

Aggiornamento: 11 dic 2018

By Vittorio Perazzo Donnes



Tuve la oportunidad de asistir en la ciudad de Santiago de Chile, a una clase magistral dictada por la filósofa francesa CHANTAL DELSOL, columnista estable del periódico francés Le Figaro, quien expuso en la oportunidad uno de sus últimos trabajos llamado “Populismos. Una defensa de lo indefendible” Ariel, 2015 en la versión en español, disponible también en Italia; en el que entrega una provocadora reflexión sobre el fenómeno populista.


Según la autora, las élites cosmopolitas tienen grandes dificultades para comprender el sentimiento popular, el que está profundamente arraigado y enraizado a sus tradiciones, la autora señala además que para las élites la lucha contra el populismo ha dejado de ser ideológica transformándose en una verdadera lucha de clases, en la que las clases denominadas modestas o populares tienen un vínculo con el denominado populismo que tanto aborrecen, mientras por el contrario las élites son básicamente todo lo opuesto, antipopulistas.


Esta es otra muestra más del hecho que los pueblos ya no son de izquierda, es más, en Europa están votando derecha y en algunos casos extrema derecha, lo que ha provocado que las élites les hayan comenzado a descalificar a esos votantes por la incapacidad de comprenderlos y antes, de darles solución a sus problemas.


A la gente común le interesan los problemas que diariamente les aquejan, como la corrupción, la inseguridad, la falta de trabajo o la salud, bajos salarios o continuas alzas de impuestos (caso de la Francia de Macron), y no utopías universalistas, como se vio en la votación en Brasil, en la que el PT (Partido de los Trabajadores) quedó reducido a una mínima expresión electoral.


De ahí que la inmigración se ha convertido en un problema para los pueblos, puesto que su presencia desbordada se extiende hacia los planos sanitarios, escolares, seguridad pública, y también la seguridad nacional como lo hemos visto por estos días con la Caravana de Migrantes que ha intentado entrar en los Estados Unidos de América, tal como lo ha hecho Brasil al reforzar la frontera que comparte con Venezuela, y que también es parte del proyecto del nuevo presidente del Brasil.


Por lo tanto, ser populista es ser contrario a lo políticamente correcto, diciendo las cosas por su nombre, lo que molesta obviamente a las élites y en particular a la izquierda, sobre todo a la sudamericana, la que a partir de la elección en Brasil ha comenzado a sentirse particularmente molesta, de hecho, Lula es su referente en la región, promotor y agente importante del Foro de Sao Paulo.


Bolsonaro ha encontrado su fuerza en ciertos pilares que le fueron fundamentales para obtener su alta votación, un relato conservador y nacionalista, militar y religioso, lejanía con cualquier escándalo de corrupción, la polarización del electorado y la crisis del establishment político, todo u

nido a los graves problemas de seguridad pública, cesantía, pobreza y protección de las fronteras. Sin embargo, la corrupción será una de las principales preocupaciones del nuevo mandatario, sabe perfectamente que el fenómeno esta enquistado en el Estado y debe combatirlo para evitar ser otra víctima de la maquinaria de quienes han manejado el país los últimos años, y por cierto de la criminalidad organizada que coexiste en el Brasil.


Es parte del giro a la derecha que ha experimentado Sudamérica, después de largos años de progresismo izquierdista que terminaron por arruinar económicamente la región, sin contar con el evidente descontento social.


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